Por fin, escribió
Escribió, por fin escribió.
Todos los días aguardando noticias suyas, quedándome a la deriva del suspenso. Sumergiendo la cabeza en la noche, no sin antes pensar: ¿qué sera de ella? espero esté bien.
Ahora mismo sus cartas son el único medio por el que puedo conocerla, es cómo estar a la comisura de sus labios, de palabras que no dijo, porque prefirió escribirlas, y esta vez lo hizo acerca del amor, de cambiar su rumbo y de acomodar sus pasos. Y contrario a lo que yo hubiera pensado, cuando leí que ella estaba enamorada, me sentí feliz, feliz como hace mucho no me sentía. Ella como todos, (cómo yo coño), también está buscando el amor.
Aquí llueve tanto que cualquier cosa puede deshacerse, entre ellas mis ojos que también se inundan. Mi desvelo se vuelve promesa, pero sonrío, sonrío porque ella está bien y porque va persiguiendo el amor en dos ruedas, y no hay nada más bonito que eso, correr al encuentro de quién amas, de quién ella ama, aunque yo me quede atrás, yo que ahora soy lo de menos.
Sé que es casi cobarde hacer de estas palabras una trinchera, si fuera mejor quizá borraría esto, pero resultan ser refugio cuando hay que salvaguardar el corazón y asomar la vista de vez en cuando, en caso de otra detonación.
Al final el impacto me dejó tranquilo, como quien muere con una sonrisa, y en su pecho se abre la bóveda de lo que fue lo mejor de su vida: Pedacitos de otoño. Un par de oreos con leche, el sonido de su risa y dormir sabiendo que del otro lado, ella está bien.