Mi tio.
Mi tío era un científico muy exitoso, aprendió a ser programador trabajando en IBM muy joven, para ese entonces era un pionero, y eso le dio muchas oportunidades. Más tarde se volvió Biólogo, y se mudó a Mazatlán porque quería vivir cerca del mar. Años después se fue a Barcelona a estudiar un par de posgrados y se enamoró de España.
Era gay pero nadie sabía eso, ni si quiera mi mamá, nunca lo dijo abiertamente. Eran otros tiempos. Un día fue a un bar, regresó con un tipo a casa tuvo un altercado y lo encontraron sin vida al siguiente día.
Fue algo muy fuerte. Algo que al día de hoy, no se explica, y nos sigue lastimando, como una piedra que no acaba de salírsenos del zapato.
Lo que más le gustaba quizá era viajar y tener amigos. Yo lo veía poco, casi cada Navidad o reunión importante. Un día llegó con el pelo pintado de color verde, y con una arracada, eso para mí en un adulto era algo radical.
Era un tipo libre, por lo menos de espíritu se le veía así, me gustaba su forma de ser. Siempre en las reuniones familiares había un tiempo en el que él contaba historias de sus viajes: cómo era la capilla Sixtina, a qué olía la casa de Neruda, o cómo lo asaltaron en España, o que le pasó en tal país. Sabía contar historias, y yo sabía escucharlas.
Cada que regresaba de un viaje, le compraba a mi abuela un plato de porcelana de los diferentes países a los que iba, y mi abuela los colgaba por las paredes del comedor como si fuesen trofeos, era una colección de más de 80 platos, de todo el mundo: Japón, Egipto, Argentina, Uruguay, Canadá, Marruecos etc.. Ver esa colección era como estar en un museo, tenía algo de hipnotizante pensar que esa persona había estado en tantos lugares, había buscado una tienda que vendiera esos platitos y después, mientras el vendedor los envolvía con cuidado, le preguntaba si era un regalo, y él decía: Sí, son para mi mamá. Volvía a casa, la buscaba, y se lo entregaba como una forma de regalo, y de promesa de siempre volver a ella, era una manera de decir que sus pasos siempre encontrarían el regresar a aquella mujer, por más lugares que visitara.
Hace unos años por fin pude conocer Barcelona. (su lugar favorito) En mi mente esparcí parte de sus cenizas por el barrio gótico, las casas de Gaudí, y después por el puerto; pues es el canal al mar, y el mar todo lo une, inclusive a mí que ahora escribo desde el y para él. Pude entender porque amaba tanto Barcelona, tenía que verla con mis ojos.
Recuerdo que un día me dije; ojalá yo pueda viajar tanto cómo él, ser alguien interesante como él. Siempre guardé en mis adentros una admiración especial hacia lo que era.
Uno piensa que es un individuo único, e irrepetible, y no nota el hechizo y el regusto que deja en las personas, en los amigos y en los familiares, pero están ahí, y poco a poco reluce con el pasar del tiempo, como cuando bajas una copa de vino y te llegan sabores después.
Quizá desde pequeño y sin saberlo, quería viajar como él, quería estar cerca del mar como él, y ahora pienso que no he estado alejado de ello, y pienso cuántos lugares me faltan por conocer, y cuántos platos de porcelana me faltan por comprarle a mamá, cuántas historias puedo contarle a Nadia (mi sobrina) en Navidad… No sé, quizá un día vuelva con una arracada, y el pelo pintado azul, le entregué un plato a mi mamá, y después le diga a Nadia, a qué no sabes que me pasó en mi último viaje…
Mi cariño hasta el cielo, el mar y Barcelona mi tío.
Nunca llegué a la edad para intimar con mi tío en cosas que nos pertenecieran como su amor por la música, no supe que le gustaba escuchar, sin embargo quiero pensar que esta canción que me gusta mucho concuerda con su forma de ser:
Cierto que huí de los fastos y los oropeles
y que jamás puse en venta ninguna quimera
siempre evité ser un súbdito de los laureles
porque vivir era un vértigo y no una carrera,
pero quiero que me digas amor,
que no todo fue naufragar
por haber creído que amar
era el verbo más bello,
dímelo, me va la vida en ello.
Quiero que me digas amor, que no todo fue naufragar
por haber creído que amar era el verbo más bello,
dímelo, me va la vida en ello.