Lo Alternative.
El problema de lo “alternativo” es que siempre coquetea con lo absurdo y en un momento la genialidad se esconde tras lo sutil de no saber si lo que ves es una chingonería, una postura política o cualquier cosa: una mamada.
Ahí es que radica la curaduría de lo ”contemporáneo”: No saber si lo que vemos es milagro o esquizofrenia, no saber si el de enfrente es un loco o un santo. La línea es muy delgada.
Me caga la proclamación de si es arte o no, pues eso siempre sucede después, y siempre sigue una agenda para quien le conviene definirlo. Creo que definir tales suposiciones es una pérdida de tiempo, y la neta a nadie le importa.
Que la gente cree e inspire, siempre eso. Si algunos especializan bien, si otros sólo quieren ser el referente de una postura, o dejar su nombre por toda la ciudad, bien por ellos, a nadie le hacen daño.
Por ejemplo; aquí en Berlín hay una historia muy chingona de graffiti pintar los muros en la ciudad es algo que se hace con mucho orgullo y que la gente respeta mucho, todo Berlín está rayado, históricamente eso fue importante, más cuando hubo un muro que separó a la ciudad y que sirvió de lienzo para la expresión humana, pero ahora hay cualquier graffiti unos muy chingones, y otros todo x, sólo por el hecho de poder hacerlo, se puede y eso justifica la validez del acto.
Yo ayer mismo me vi presa de eso, me tomé una cerveza en el metro. ¿La necesitaba? igual no, pero se podría hacer y ahí iba, sólo porque se puede.
Otra cosa que está de locos son las tiendas de “segunda mano” que uno pensaría que es ropa de bazar rebajada pero no, es carísima porque de alguna manera ”el valor intrínseco” no es la ropa en sí, es su valor de circulación en el mercado, la prenda no funciona como “ropa” sino cómo un status para el que la usa proclamarse como ecologista y consciente por sobre los demás y el sistema.
Hay ropa vegana también aquí. Otra vez coqueteamos con lo absurdo y lo genial.
Supongo que una vez que muchas cosas están resueltas en la vida de algunos, los devaneos mundanos dan tiempo por preocuparse por tales cosas. A eso llamamos Primer mundo. Poder ocuparnos de trabajos imaginarios como vender ropa de segunda mano a un precio de primera.
Si los filósofos trascendentales fueron eso, eran porque tenían tiempo de sobra.

