La bibliotecaria me regaló una galleta.
Ayer la bibliotecaria me regaló una galleta. Para la butte me dijo con una voz cortada que venia desde un pozo inmenso en su pecho.
Desde hace días que paso mucho tiempo en la biblioteca, siempre me gustó la idea de estar rodeado de silencio y libros, si uno lo piensa está rodeado de palabras en silencio. Si uno lo piensa está rodeado de palabras que esperan su turno a que algún alma distraída las recorra.
Voy ahí a trabajar en la edición del radio, a programar citas, clases, afinar mi tesis de maestría, escribir o simplemente leer. El día que llegué todas las mesas estaban ocupadas excepto una, la de al lado de la bibliotecaria, me senté ahí y por inercia y ritual no he cambiado mi asiento, me quedé con él como si fuese mi lugar en el mundo.
Todos los días me saludo con la bibliotecaria inclinado un poco la cabeza y en francés; Bonjour, ça va? Eso es todo. Nos hacemos compañía, a veces no hay nadie y sólo estamos ella y yo, y los libros, y sus palabras que aguardan. Nunca hablamos más de la cuenta, me da algo de ternura, en palabras de ella que le dijo a otra estudiante: Si necesitas algo puedes venir siempre estoy aquí, soy una rata de biblioteca jiji.Se rió, cómo si hubiera planeado esa broma por años, y después siguió acomodando libros.
Ayer mientras trabajaba, se acercó a mí en silencio abrió una bolsa de súper mercado sacó unas galletas, abrió la caja y las puso en frente de mi. ¿pour moi? Oui. Pour la butte.
Y se fue.
Ni si quiera comió una galleta ella.
Para mí hay algo de lindo en esos gestos, un destello de humanidad y esperanza. Amo esto tal vez porque no tenga otra cosa que amar o tal vez también porque nada hay que valga el amor de un alma. Y si tenemos que darlo por sentimiento, tanto vale darlo al pequeño aspecto de una galleta como a la gran indiferencia de las estrellas.
Ayer la bibliotecaria me regaló una galleta, sonrió y se fue.
Pequeña roedor de biblioteca que vives entre libros quizá porque sólo ellos te entienden cómo a ti te gustaría ser entendida. Quizá porque el mecánico gesto de acomodarlos en estantes, no sea otra cosa que reparar el mundo y darle un orden, de poner las palabras en el lugar que pertenecen.
Gracias
2021. Junio. Francia.
Biblioteca de La maison du Mexique, Paris, Francia.