¿Cuántas caras tiene el amor?
Hace poco me miré una entrevista de un tipo que decía que él necesitaba experimentar el amor en toda su totalidad, y decía que el amor a pesar de ser un sentimiento comúnmente entendido como afecto y milenialmente reducido a un emoji de corazón, o un cruce de dedos coreano, era por más; un sentimiento muy complejo y multifacético que incluye dentro de si emociones cómo: cuidado, admiración, empatía, bienestar, pasión, compromiso, intimidad. También decía que él anhelaba ser padre, porque la paternidad era un tipo de amor que él aún no había experimentado, y que no es lo mismo que ser hijo, eso es otra boleta totalmente diferente.
Según él no podía morir sin experimentar en su totalidad el universo del amor.
Yo no soy padre, pero puedo confirmar y casi clasificar los tipos de amor que hoy día bordean mi vida, y es como si cada uno de ellos tuviera un lugar específico que se ha activado con un mínimo gesto, con un aleteo que ha provocado un ventarrón de afecto.
Hace poco Iván, un amigo colombiano que conocí años atrás y con el cual compartí cuarto, muchos viajes y música, me mandó un mensaje. Por fin se había comprometido con Samantha, una chica canadiense que conoció laborando en barcos, yo conocía a los dos y les guardaba mucho afecto, ambos eran excelentes personas y artistas. Iván toca el saxofón y Samantha es cantante. En el mensaje me contaba del compromiso de cómo había sido todo el ritual y las cuestiones legales que constituía su promesa, ya que quizá ambos tendrían que viajar a Canadá y Colombia para poder formalizar su situación de residencia. Al final del mensaje de voz me decía:También te quería comentar, y esto ya lo había pensado desde hace tiempo, desde que pensé en formalizar con Samantha, me gustaría que tú fueras mi padrino de boda, mi best man, ¿sabes? el mejor amigo que está al lado del altar, y ve que todo vaya bien, el que pasa los anillos…si está dentro de tus posibilidades, me gustaría mucho que fueras tú…
Ese mensaje me emocionó, me dejé arrastrar por un entusiasmo sincero, no sólo por celebrar la felicidad y el compromiso de mis amigos, sino porque él pensara así de mí. Le dije que estaría ahí, y que no habría ningún compromiso que me impidiera que ese día yo los acompañara.
Ese mensaje fue la expresión de una amistad bien cimentada, que no es la misma expresión de amor que esperar a mi madre afuera del consultorio mientras ella está en rehabilitación, y que tampoco es igual que estar con mi sobrina, ese por ejemplo es un tipo de amor que yo nunca había sentido hasta que hace ocho años ella llegó a mi vida, y tampoco es el mismo tipo de amor que sentía por Nina, o el que ella profesaba con sus cuatro patas cuando bajaba por la madrugada en braile sólo para recibirme, y que tampoco es el mismo amor que siento por mi hermano cuando ya no encuentro más sinonimos para nombrar lo grande que es, y tampoco es el mismo amor que siento por M. cuando después de recibir una llamada suya me reverbera el corazón.
Quizá algún día me toque experimentar ese amor que es ser padre.
Quizá por ahora sólo me quede en trabajar el amor que como hijo, amigo, hermano, pareja, tío, los demás se merecen tener.
PD: hay un libro muy hermoso que todos deberíamos de leer, se llama: Carta a Dorine de André Gorz, este es un fragmento con el que abre el libro por si te interesa:
“Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de cuarenta y cinco kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace cincuenta y ocho años que vivimos juntos y te amo más que nunca. De nuevo siento en mi pecho un vacío devorador que sólo colma el calor de tu cuerpo abrazado al mío”…